El catedrático de griego de la Universidad de Zaragoza impartía la lección inaugural del curso 1917/1918 denunciando problemas que todavía hoy arrastramos. He aquí un estracto:
Pero la Ley Moyano no estableció con estas disciplinas más que dos Facultades: una de Ciencias y otra de Letras. Vino después el señor García Alix y con su maravillosa alquimia aumentó hasta el número de siete (cuatro de Ciencias y tres de Letras) las dos Facultades existentes. ¿Resultado de esta reforma? Que es deficientísima en los científicos la cultura literaria e histórica, y casi nula en los literatos la cultura científica; que así sólo es posible la existencia de esa legión de periodistas y literatos, que se pasan la vida emborronando cuartillas sin tener nada que comunicar a sus lectores y de esa otra legión de sabios, que se llevan al sepulcro toda su ciencia, porque no saben escribir: que es dolorosamente trágica la vida de casi todos los doctores y licenciados en Ciencias y Letras, que no han podido obtener una cátedra oficial, única finalidad y razón de ser de sus estudios facultativos y que en la mayoría de esas Facultades es mayor el número de profesores que el número de alumnos.
Esto vale para los profesores de universidad. Afortunadamente estamos los de primaria y secundaria que entendemos este callejón sin salida, endogamia y nepotismo llamado Universidad (privada y pública). ¿me equivoco?
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