Esta mañana he hecho una visita guiada a la Tarragona romana (Tarraco, palabra esdrújula). Partiendo de la oficina de turismo hemos contemplado una maqueta de la ciudad antigua, donde nos han explicado que en la parte alta estaba el Templo de Augusto, en un nivel más bajo el Foro Provincial, después el enorme circo y por último el trazado no hipodámico de Tárraco.
Hemos pasado a ver un lienzo de la muralla romana, que costó unos 50 años construir y que es muy alta y gruesa, ya que tenía una capa entre dos paredes que hacían de cojín en caso de impacto de los enemigos.
Hemos visitado el interior de la Torre del Pretorio, donde se establecía la guardia de la ciudad, un túnel del circo, que comunicaba con almacenes de los impuestos provinciales en especie y, por último, el anfiteatro, que tenía en su interior una iglesia paleocristiana, pero aún conservaba parte del graderío y las puertas con arco de medio punto, de donde se soltaba a las fieras en la damnatio ad feras. Era un castigo para criminales, pero en el caso de San Fructuoso, arzobispo de Tarragona, fue por motivos de radicalidad evangélica, según comenta la detallada acta martirial.
En los próximos días colgaré en este blog fotos de mi viaje. Preparaos, alumnos, porque os voy a explicar la Tarragona romana con todo lujo de detalles, cuando comience la 3ª evaluación.
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