Mañana veré en el Teatro Principal de Zaragoza la obra El enemigo de la clase. El planteamiento es sencillo: unos alumnos rebeldes consiguen echar del instituto a su profesora y en la espera del nuevo profesor sustituto reflexionan sobre su papel de estudiantes.
El acoso escolar es una realidad que he vivido en algún instituto rural de Aragón. Cuando los alumnos no siguen las pautas del profesor y se creen con el derecho de imponer sus leyes (el alcohol sin medida y el sexo mal entendido), entonces el profesor se siente acosado. El problema es que estos niños maleducados se sienten protegidos por sus propios padres, que les han consentido todo, e incluso por la dirección del centro, que no se quiere complicar la vida y da la razón a los padres, que a su vez se la dan a sus hijos. La víctima es el profesor.
Y ahora que estamos en campaña electoral me gustaría preguntar a los grandes partidos políticos, que van a repartirse la tarta, qué van a hacer para proteger a los profesores frente al acoso de algunos alumnos. Me temo que sólo buenas palabras y no medidas jurídicas de protección.
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