Hermann Broch escribió esta novela, en que pone en boca del poeta latino un largo monólogo. En él Virgilio explica que, tras conocer el Logos, estimó que era no se podía expresar con palabras y, por tanto, habría que quemar La Eneida. Sin embargo, el albacea de su testamento lo desoyó y publicó el poema épico.
Las nuevas interpretaciones sobre la intención del autor ponen en entredicho que Virgilio fuera el divulgador de la política de Augusto. En ese sentido ahora creemos en la victoria del poeta sobre el guerrero. Entraría de este modo en el catálogo de escritores pacifistas, junto con los elegíacos latinos que hablan más bien de la militia amoris y no de "las leyes en medio de las armas" (Cicerón). Dulce bellum inexpertis.
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