Desde 1991 en Estados Unidos, la UNESCO y otros organismos internacionales vienen aceptando el modelo de 8 competencias en el ámbito educativo. De esta manera se crea un vínculo entre la escuela y la empresa que no existía en el anterior modelo del capital humano (Shultz, 1971). Las competencias suponen un enfoque dinámico y pragmático en la difusión de destrezas.
Sin embargo, olvida este modelo hegemónico que la escuela tiene ante todo que formar personas abiertas a cuestionarse la sociedad que nos es dada. El modelo de competencias refuerza el status quo y justifica la invasión de la cultura dominante en aras del desarrollo. Afortunadamente hay esquemas sociopedagógicos alternativos que suplantan el avance del capitalismo tardío. Quem dii odierunt, paedagogum fecerunt.
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