jueves, 10 de enero de 2008

CONTRA EL TRABAJO INFANTIL

Hoy he ido a ver un documental sobre los niños de Nicaragua que se ven obligados a aportar dinero a casa desde pequeños y abandonan la escuela.
La situación no es tan simple como pudiera parecer en un principio. Aunque la Declaración de los Derechos del Niño que firmó Nicaragua responsabiliza al Estado de la educación pública, lo cierto es que las escuelas les obligan a pagar dinero hasta para recibir la cartilla de notas. Luego están los síntomas de la pobreza: falta de transporte para ir al instituto de la ciudad, escasos recursos para cuadernos, iluminacíón, etc. Así que los niños, viendo las dificultades económicas de sus padres, prefieren trabajar y abandonar la escuela a ser una carga onerosa para sus padres.
Y desde el Primer Mundo no podemos otra cosa que enviar voluntarios para que luego nos cuenten a nosotros de lo que vale un lapicero y de lo mimados y consentidos que están los niños en la sociedad de la opulencia. No queda otra cosa que denunciar la hipocresía de los gobiernos que prometen reformas educativas para acabar con todos los males (allí y aquí), sin saber la raíz de los problemas.
P.D. Hice una encuesta entre mis alumnos de alternativa de la religión y el regalo de Reyes Magos más habitual era dinero, pero no para ir una tarde al cine, sino 200 euros para que se compren el último modelo de móvil del mercado.

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