Este concepto, ideado por Ken Robinson, alude a la presión que ejerce la administración sobre los profesores, a fin de que sean más productivos. Esto lleva a cambiar de libro de texto, redactar montones de antologías de textos, recomendar listas enormes de libros de lectura, etc.
Tradicionalmente esta acumulación de trabajo estaba en manos de los alumnos: cientos de fotocopias, libros, apuntes... Ahora se han vuelto las tornas y la víctima del sistema desarrollista es el profesor, impelido a innovar sin fin en una carrera alocada por llegar a ninguna parte. Cuanta más informática sé, menos salgo de casa. Ad extra.
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