sábado, 25 de septiembre de 2010

SALVEMOS POMPEYA



Una posible erupción del Vesubio no amenaza el yacimiento de Pompeya. Al entrar y salir del recinto hay una atosigante sucesión de tiendas de merchandising y bares de lujo que echan atrás a cualquier viajero mochilero (un refresco cuesta 5 euros).

Según informó el periódico El País (28-ene-10) la mafia napolitana está detrás de las concesiones municipales de los negocios y controla incluso la venta de entradas. Las comisiones (tangenti en italiano) que se llevan las familias gestoras son tan poderosas que a mí me impidieron sentarme en el bordillo de la calle, porque me no quise consumir (sic). En la entrada y salida de Pompeya no hay bancos y árboles, como se esperaría en un parque arqueológico, sino tiendas y más tiendas en las que se regatea sin precio fijo. Los bares y restaurantes de lujo también claman al cielo. Después de enseñarte el lupanar antiguo (cosa curiosa), el guía, conchabado con los comerciantes, te conduce a esos bares de falso esplendor para que consumas. Realidad, no ficción.

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