Los guerreros iberos empleaban una espada especialmente nociva, ya que su filo curvo y su corto tamaño (60 cm.) permitían cortes muy precisos. Su estoque frontal era el terror de las legiones. Por su parte, la empuñadura tenía mucha maniobrabilidad.
Sin embargo, las reproducciones de falcatas ibéricas carecen del equilibrado, ligereza y filo de las originales, que se suelen encontrar dobladas junto a los enterramientos de guerreros. El artículo de Julio Ramírez para la revista Arma blanca (nº 3, pp. 68-70) concluye que la técnica de los antiguos se ha perdido y sólo quedan reproducciones fotogénicas para el cine.
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