Es conocido el monte Testaccio de Roma, a donde iban a parar los restos de ánforas de aceite de la Bética (foto superior). En el siglo XIX un discípulo de Mommsen descubrió que los sellos que tenían grabados correspondían a los nombres de los comerciantes y transportistas, no a los productores. Todavía hoy se siguen encontrando hallazgos en el monte Testaccio.
Sin embargo, la producción de aceite pasa por las denominaciones de origen, como la D. O. Bajo Aragón de Alcañiz, cuyo aceite virgen tuve la oportunidad de saborear este curso. Un artículos del Heraldo de Aragón de hoy (p. 10) informa del potencial farmacológico de este aceite. La dieta mediterránea, baja en colesterol, tiene el aceite de oliva como bandera señera, dado su composición de ácido oleico y los diferentes compuestos: fenólicos, fitosteroles... Pero eso ya lo sabían los romanos que arrojaban al Testaccio las ánforas rotas.
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