Mis alumnos de cultura clásica son casi todos de Zaragoza. Es una ventaja porque puedo hablarles de la antigua Caesaraugusta y conocen las calles del cardo y del decumano.
Sin embargo, lo que piden los chicos es que les cuentes historias de mitología, cuentos con un mensaje de trasforndo, más que hechos históricos. Quiero trabajar con ellos un poco de oratoria, para que no todo sea leer y escribir, sino también hablar en público. Es un tema que me emociona. Por eso, entre otras cosas fundé la tertulia de los domingos. Así puedo hablar en público y tratar de convencer al auditorio de mi postura, defenderme de los ataques de los que me llevan la contraria y proponer una lógica dentro de este enmarañado mundo.
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