Esta sentencia no la he oído por primera vez en un curso de latín, sino en una entrevista al filósofo de la ciencia Jesús Mosterín. Indica que donde nos encontramos bien, allí se encuentra nuestra patria.
Quizá no hayamos llegado aún a nuestra patria definitiva, ya que damos tumbos de trabajo en trabajo. Pero, en algún destino como profesor sí que nos hemos sentido más acompañados por el entorno. Esa es nuestra patria auténtica y no la de nacimiento. Patria semper reformanda.
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